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¿Por qué allí? ¿Por qué ahora? Conversaciones sobre psicosomatología

Hace varios años, me encontré en una encrucijada al tener que decidir dónde formarme como psicoanalista. Despegué en Moscú y aterricé en Buenos Aires. Una de las primeras cosas que hice al llegar fue comprar las obras completas de Freud en castellano y varios libros de un autor argentino que encontré en los estantes de la misma librería. En aquel entonces, tanto la temática que abordaba como la cantidad de libros que había escrito llamaron mi atención. Era Luis Chiozza.

Trece años después, tuve la suerte de conocerlo y pude comprobar una vez más que, según creemos los rusos, la primera impresión acerca de algo, o de alguien, es la más “exacta”. Podría resumir lo que me ha impactado de su personalidad, desde nuestros primeros encuentros, en una frase: el pensamiento de Chiozza es lo que él es. Auténtico, profundo, conmovedor.

A partir de su generosa propuesta de trabajar juntos, el contacto personal me permitió comprender mejor sus ideas y profundizar en el estudio del psicoanálisis. Y, además, se abrió para mí la oportunidad, muy valiosa, de difundir su concepción del psicoanálisis en mi país de origen.

Conversando sobre el “proyecto ruso”, se hizo evidente la necesidad de elaborar una especie de síntesis de su pensamiento psicoanalítico. Así nació la idea de Sí, pero no de esa manera, que publicó en agosto de este mismo año y que se acerca a lo que podría considerarse un “libro de texto”.

Mientras Luis lo escribía, y leíamos juntos cada capítulo nuevo, surgió la idea de presentar sus contenidos en forma de diálogo y, quizás, de un modo más “amigable”, en otro libro, escrito con mayor soltura, que podría dar lugar a un acercamiento distinto con el lector.
Luego de grabar nuestras “conversaciones sobre psicosomatología”, las escuchamos y las corregimos para suprimir repeticiones inútiles, aclarar mejor algunos conceptos y organizarlas en los capítulos que forman el libro que hoy publicamos.

Siempre me generó mucha intriga, desde el principio de mi formación en psicoanálisis, que Chiozza fuera un autor frente al cual, dentro de la comunidad psicoanalítica, nadie permanecía indiferente. Junto a colegas que leían, valoraban y difundían su pensamiento, otros desestimaban completamente su obra, pero de un modo muy particular. Mientras algunos manifestaban su desacuerdo sin explicar jamás sus fundamentos (se solía escuchar, a lo sumo, “no estoy de acuerdo con la fantasía específica”), otros repetían sus ideas, muchas veces de manera incompleta, evitando cuidadosamente nombrarlo. Por fin, descubrí, con sorpresa, que Luis Chiozza integraba la galería de los autores que una gran cantidad de personas critica sin haberlos leído.

Entre los que entienden y valoran sus aportes, uno de ellos, Marco Aurelio Andrade, mi analista didáctico, fue quien me estimuló para que, finalmente, volviendo sobre mi intuición primera, decidiera acercarme a la obra del autor que hace trece años despertó mi interés.

Sólo en la obra de Chiozza pude encontrar una concepción que permite comprender lo indivisible de la unidad psicosomática del ser humano y que, además, aporta importantes recursos para el abordaje clínico de lo que llamamos “enfermedades del cuerpo”. Pude comprender, también, de dónde deriva la originalidad de su enfoque. La concepción chiozziana del psicoanálisis, que coincide con lo que denominó psicosomatología, surgió de los postulados freudianos que culminan en sus afirmaciones de 1938, cuando formula la segunda hipótesis.

El interés que despierta la psicosomatología que Chiozza plantea ha ido creciendo de manera continua y sostenida a través de los años, hasta el punto de constituir una escuela, y se ha difundido, además, en muchos países, en algunos de los cuales se han abierto centros que prosiguen con esos desarrollos.
El hecho de que, entre todos sus libros, este sea el primero que se editará en Rusia, y el primero que traduciré a mi idioma materno, me conmueve especialmente.

Oxana Nikitina
Octubre de 2018

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