Uno no se enferma porque sí
7 octubre 2019
Entrevista al Dr. Luis Chiozza para el diario Página 12
Por Sonia Santoro
“Se exagera mucho con esta fantasía de que se puede ser inmortal”, reflexiona el psicoanalista Luis Chiozza, maestro de la psicosomática, que trabajó toda su vida en atender a las enfermedades como síntomas de lo psíquico expresados en el cuerpo. La enfermedad es un capítulo más en la vida de un paciente, dice, y nunca hay que mirarla de manera lineal. “A veces esta idea de que la causa (de una enfermedad) es tal cosa, es demasiado lineal. No es tan así”, comenta. En esta entrevista de Pagina/12 aborda los interrogantes y planteos de su clásico best seller ¿Por qué nos enfermamos? Enfermedades, salud, medicina y muerte son diseccionadas por su mirada profunda y clara, sostenida por décadas de estudio e investigación y atravesada por lo que le enseñaron sus 88 años.
–¿Cómo decidió ser psicoanalista?
–Por mi vocación de médico. Trabaje 6 años como médico clínico general y después estuve en un servicio con un jefe gastroenterólogo y en gastroenterología en esa época mi maestro de clínica médica me decía: hay tres etiologías: piedras, cáncer y neurosis. Y como el tema de la neurosis era un tema muy muy importante que se había hecho cada vez más interesante…
–¿De qué año estamos hablando?
–Yo me recibí en el ‘55. Esto ya empezó cuando era practicante de guardia. Después hice mi formación psicoanalítica y me dediqué al psicoanálisis porque cada vez se hizo más evidente que uno no se enferma porque sí. Se enferma porque tiene una crisis en el conjunto entero de su vida y la enfermedad es una especie de intento de solución muchas veces.
–¿Por qué la psicosomática?
–Porque se ve claramente que la enfermedad no es independiente de las vicisitudes que una persona sufre en su vida. En realidad, cuando una persona se enferma es un capítulo de su biografía. Muchas veces las dificultades aparecen en otros territorios, en el trabajo, en la familia, en el matrimonio, en la relación con los hijos. Y otras veces aparecen a través de conflictos, pleitos judiciales, situaciones críticas. Entre todos estos conflictos aparecen cuestiones como enfermedades del cuerpo.
–¿Cómo es el trabajo cuando llega un paciente con una enfermedad grave?
–Bueno, depende de cuan grave sea la enfermedad o cómo es la cuestión. Una persona se enferma de tres maneras diferentes. Una es enfermarse de una enfermedad aguda como puede ser una gripe o un resfrío, que pasa en poco tiempo. La otra manera, es enfermarse de una enfermedad con la que se va a pasar toda la vida, una enfermedad crónica, que en realidad no se cura, el paciente está todo el tiempo metido en una cuestión… el remedio forma parte de su entorno cotidiano. La tercera es elegir una enfermedad para morirse de ella. Es la más grave. Las enfermedades en realidad son todas psicosomáticas en el sentido de que el hombre entero es psicosomático. Uno no se puede enfermar solo en el cuerpo o solo en el alma. Hay cosas para las cuales es evidente que el alma y el cuerpo son inseparables. Por ejemplo, cuando dos personas se besan uno no podría decir que se besaron con el cuerpo o con el alma, porque cualquiera de las dos cosas que faltara ya no es un beso. Lo mismo para decirle algo más banal. Cuando usted mastica un caramelo, si yo le pregunto si lo mastica con el cuerpo o con el alma no sabría qué contestarme, porque las dos cosas son inseparables. Pero hay otras cuestiones donde uno lo vive muy separadamente. Por ejemplo, una persona melancólica. Se le hace un examen físico y no se le encuentra nada. Se dice, bueno, esta es una enfermedad psíquica solamente, no hay nada en el cuerpo. Bueno, no hay nada en el cuerpo porque no lo encontramos. No sabemos si no hay cambios en la intimidad fisicoquímica de ese organismo. Al revés, también hay enfermedades que parece que solo aparecen en el cuerpo.
–Entonces ¿qué pasa cuando llega alguien con una enfermedad grave?
–Depende. Hay pacientes que, por ejemplo, no están haciendo ningún tratamiento psicoterapéutico y dentro de una enfermedad grave uno se da cuenta de que para que esa enfermedad evolucione bien no solamente es necesario lo higiénico dietético, no solamente es necesario la terapia farmacológica, fisioterápica, sino que también es necesaria una psicoterapia. Hay pacientes que el médico les receta remedios y no los toman, o los toman irregularmente. Es decir, evidentemente una buena terapia trata de ser multilateral, buscando en distintas cuestiones. De manera que cuando un paciente tiene un cuadro que requiere de una intervención urgente, por ejemplo una mujer con metrorragia que tiene que decidir si se va a operar o no, si se le va a sacar el útero o no, además de todo lo que tiene que ver con el aspecto quirúrgico de la patología médica, también es importante ver desde el punto de vista psicoterápico cómo esto funciona. Y también muchas decisiones que se toman tienen que ser hechas en un contexto en el cual en el juicio clínico de este paciente coparticipe un enfoque multilateral. Entonces, hay distintas maneras de aproximarse a esto. Nosotros hace 45 años implementamos un estudio patobiográfico que es un método que armamos en relación con el psicoanálisis y con los desarrollos de la medicina psicosomática, en el cual aparte de si el paciente tiene o no tiene su psicoterapeuta, cuando un paciente tiene una situación urgente como que se tiene que operar, tiene que decidir hacer determinado tratamiento, es importante hacer en ese momento un estudio multilateral, de distintas especialidades, para que el paciente pueda decidir sin la carencia de un profesional que junto con los médicos está contemplando qué le pasa a la vida del paciente.
–Usted dijo que a veces un paciente elige la enfermedad con la que morirse…
–Sí, pero eso no es consciente.
–No claro, ¿pero se puede desarmar eso en los plazos que da una enfermedad grave?
–A veces sí, a veces no. Es como en todas las cuestiones. Es como si usted tiene una empresa en la posibilidad de entrar en la quiebra. Depende de cuan acertado sea el consejo que pueda obtener dentro del campo profesional que lo asesora y también depende de las mismas condiciones del empresario. Muchas veces uno recibe un buen consejo pero no está en condiciones de seguirlo.
–En algún lado del libro dice “nos interesa el pasado que está vivo en la actitud y en la manera de vivir el presente”.
–Es así. En realidad, si usted se fija bien, la vida siempre es presente. El pasado importa porque no terminó, continua con una influencia en el presente. Y lo mismo pasa con el futuro, el futuro que está vivo, por así decir, es el que ya empezó. Einstein decía que pasado y futuro son ilusiones, son tenaces pero son ilusiones al fin. Eso es muy difícil que cotidianamente uno lo asimile pero si hace un pequeño esfuerzo se puede dar cuenta que la vida es siempre presente. Lo que importa no es tanto mi pasado o lo que vendrá sino cómo continuamente en mi vida, que siempre es hoy, influye este pasado y el futuro que estoy proyectando.
–¿Qué pasa con el temor a ciertas enfermedades?
–El temor se construye. En realidad se podría decir sin temor a equivocarse que el 90 por ciento de las cosas que uno se imagina nunca suceden. Por ahí suceden otras peores, pero no las que uno había imaginado. De manera que uno se pregunta qué sentido tiene pensar en que va a pasar algo malo si la mayor parte de las veces si algo malo me va a suceder probablemente no sea lo que estoy pensando. De todas maneras uno imagina por cosas que no siempre son conscientes.
–¿De qué nos enfermamos más en la actualidad?
–Entre las enfermedades que las estadísticas muestran que son las más comunes, una es el cáncer. La otra enormemente común son las enfermedades cardiovasculares. La tercera, aunque parezca mentira, que comparte la misma cuota de mortalidad es la iatrogenia, es decir, la influencia de la medicina.
–La misma medicina nos mata.
–Desgraciadamente y esto ha sido publicado dentro de la misma medicina. Es decir que no todo lo que hacemos tratando de ayudar ayuda. Y esto a pesar de que la medicina continuamente está revisando sus procedimientos. Qué podemos decir… la medicina ha hecho cosas maravillosas pero evidentemente siempre es un riesgo, es una situación donde muchas veces es difícil medir bien hasta donde la búsqueda de la salud es saludable. Hoy en día es muy común que sea haga una búsqueda insalubre de la salud.
—¿Pero desde el punto de vista de la psicosomática cada uno llega a las mismas enfermedades distintos motivos?
–Por supuesto. Mire, al principio parecía una locura pensar que una cosa tan física como es un cáncer tuviese que ver con la vida anímica de una persona. Después se descubrió, por ejemplo, la importancia que tiene el sistema inmunitario. Es decir, nosotros producimos normalmente células cancerosas y nuestro sistema inmunitario las mata. La pregunta es ¿por qué razón el sistema inmunitario continúa matando todas las células cancerosas menos, por ejemplo, las que surgieron en un riñón, que van a terminar haciendo un cáncer de riñón? Después, cuando se descubrió que el sistema inmunitario está muy influido por las vicisitudes anímicas que una persona vive, se descubrió también dentro de la oncología –no fue un hallazgo de la psicología ni del psicoanálisis– ver pacientes que desarrollaban un cáncer o un cáncer se agravaba extraordinariamente después de una situación muy grave como por ejemplo un duelo muy importante que el sujeto no podía procesar bien. Y empezaron a establecerse relaciones entre la eficacia del sistema inmunitario y el estado de ánimo. Y entonces dejó de ser una locura pensar que puede tener influencia la vida anímica en un tumor. Hoy en día esto ya no se niega. Evidentemente tampoco es tan fácil establecer claramente cómo son las cuestiones pero comprendemos mejor.
–¿También se puede leer el predominio de estas enfermedades por la sociedad en la que vivimos?
–Es difícil hacer estadísticas en ese sentido. Parecería que han ido aumentando las enfermedades cardiovasculares a medida que la civilización ha ido evolucionando y también las enfermedades cancerosas. Pero si bien las enfermedades cardiovasculares han aumentado también se ha conseguido reducir la mortalidad cuando el sujeto está en las posibilidades de ser asistido por un centro asistencial idóneo y con buena posibilidad instrumental. En eso se ha progresado mucho. Con el cáncer lamentablemente no se puede decir lo mismo. Se han gastado millones de dólares en la investigación y la mortalidad sigue siendo la misma. Pero también es cierto que la palabra cáncer no significa un diagnóstico mortal. Hay cantidad de cánceres que se pueden mejorar, otros en los que a través de la cirugía y de la radioterapia se ha conseguido evoluciones mejores. A veces se ha conseguido una buena sobrevida en un número importante de años.
–¿Cómo prevenir estas enfermedades desde el enfoque de la psicosomática?
–En realidad, desde todo punto de vista. Si una persona vive de una manera más saludable, con un mayor bienestar de vida, con menos conflictos, evidentemente esto influye.
–Pero si son causas inconscientes eso es difícil de controlar.
–Justamente, muchas veces eso se logra con la psicoterapia, otras veces sencillamente hay influencias positivas en la vida, no todas son negativas. Por ejemplo, los seguros de vida han hecho estadísticas que muestran que una persona en la tercera edad tiene mayor posibilidad de sobrevida si vive acompañada en situación de pareja que si vive sola. Esto muestra que hay una influencia de un montón de cosas.
–El año pasado le publicaron su obra completa. Son muchos libros…
–Sí pero tengo 88 años y he escrito toda mi vida.
–¿Y qué le enseñaron los años?
–Montones de cosas. Lo bueno es que mientras uno vive aprende y lo malo es que cuando ya empieza a agarrarle la mano a la vida empieza a acabarse. La cosa más importante es que en realidad el ideal nunca se alcanza. El ideal es como el Polo Norte, usted no se compra una brújula para ir al Polo Norte, usted se compra una brújula para orientar su vida pero usted no pretende ir al Polo Norte. El ideal es lo mismo. Sirve para orientar la vida y no es poco porque el que no sabe a dónde va nunca tiene viento favorable. Así que es muy bueno saber hacia donde uno va pero también es bueno saber que uno va en un camino en el que se tiene que resignar a que no todo lo que uno busca lo consigue. Uno tiene que aprender a que las cosas que no son en la vida, siempre son otras cosas. Y que de alguna manera uno tiene que regirse no con el ideal sino con lo mejor que encuentra.
–El tema de fondo es que nadie quiere morirse.
–Claro, pero sabe qué, tampoco es tan sencillo vivir muchos años. Cuanto más vive usted, más se le mueren coetáneos y más tiene que aprender a sustituir sus relaciones. El tema de la vejez es un tema muy interesante. Nosotros vivimos en una sociedad que denigra la vejez y se hace un círculo vicioso porque entonces después conocemos a personas de edad que están muy deterioradas, con lo cual se justifica que la vejez es el peor momento de la vida. Pero la mayoría de la gente ingresa en esto porque siente la vejez como una pura renuncia. Porque no aprende a sustituir. Dicen que en Japón la vejez tiene otra trayectoria. La sociedad japonesa venera a los ancianos y eso hace que haya ancianos saludables. Cada una de las cosas que usted me pregunta da para hablar una entrevista entera.
–Entonces, el secreto es…
–En realidad lo más importante es cómo disfruta usted el centro de su vida. Ahora, hoy, todos los días.
-No poniéndose la zanahoria…
–La zanahoria tiene que estar a la distancia justa. Si está muy lejos, el burro se descorazona. Si está muy cerca se la come y no camina. La zanahoria es el ideal que tiene que estar a la distancia justa, no grandes ideales.
* Entrevista publicada en Página 12 / 07 de octubre de 2019
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