Luis Chiozza: “El ser humano necesita trascender en la vida. No se puede vivir solo para satisfacer apetitos y sobrevivir”
13 noviembre 2021
Entrevista al Dr. Luis Chiozza para el diario Clarín
Por ALEJANDRO CZERWACKI / Diario Clarín
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Luis Chiozza es un reconocido y prestigioso médico que, a sus 90 años, no perdió la misma motivación que tenía en su juventud, como si esa energía interior estuviera intacta o incluso ampliada. Desde su consultorio sigue escuchando con el alma a sus pacientes, y es una usina inagotable de ideas para crear libros, como “Lo que nos hace la vida que hacemos. Apuntes de todos los días”, su última aventura, atravesada por la pandemia.
Publicó numerosos libros sobre los significados inconscientes de los trastornos orgánicos y sobre la técnica psicoanalítica en Argentina, España, Italia, Brasil y EE.UU. Sobre todo eso y la filosofía cotidiana de quien vive apasionadamente la vida, postea en su cuenta de Instagram, como jugando y adaptándose a las nuevas tecnologías, aunque las observa con reparos, relatando historias de ayer, hoy y mañana.
-La medicina ayurveda, la más milenaria, dice que el germen no es nada, el huésped es todo. ¿Por qué cree que en esta pandemia algunos enfermaron, otros murieron y muchos no llegaron al contagio?
– Totalmente de acuerdo con esa filosofía. En esta pandemia tenemos el que se contagia pero no se enferma, el que se enferma levemente, el que se enferma grave pero se cura y está el que se muere. El germen es el mismo, entonces depende del estado inmunitario, qué disposición anímica tiene la persona. No solo depende de la historia biológica y de los virus con los que potenció su sistema inmunitario. Por lo tanto, el resultado no depende del virus sino de la relación que se establece con él. Los síntomas del comienzo del -Covid, que eran el estado gripal y la neumonía, las enfermedades respiratorias, podemos vincularlos con el desánimo, con la desmoralización, por un lado, y con el sentimiento de desolación, por el otro.
-Es decir que hay un poder de la mente que destruye la inmunidad…
– Claro. Y por extraño que parezca los primeros que descubrieron todo esto fueron los oncólogos, mucho antes que los psicoterapeutas. Revelaron que cuando una persona desencadena un cáncer estaba enfrentando un duelo que no podía hacerlo bien. El ánimo influye en el sistema inmunitario. Se genera en el inconsciente colectivo la idea de un bicho maligno que nos está buscando para matarnos, pero eso es una fantasía.
-En su último libro dice que no se puede vivir solo para evitar la muerte. ¿Cómo observa todo esto en relación a la pandemia?
– Es que la vida es para realzarla, no para preservarla. La preservación es un objetivo secundario y el primario es que la vida se use, porque si no se usa va ser igual o peor. Es como si tuviera un auto guardado en el garaje, se gasta y no sirve para nada. Imagínese cómo se puede sentir un hombre cuando cree que su vida no sirve para nada, que solo es evitar morir: está muerto en vida. Se pierde la alegría de vivir y todo esto está sucediendo, se percibe, la enorme perturbación afectiva que se ha generado, que agrava otras muertes por accidentes cerebrovasculares, cardíacos, por cáncer…Vivimos en un mundo muy complejo, acelerado, y se producen entonces efectos colaterales impensados. Quisimos resolver la muerte del Covid pero nos olvidamos que la gente se muere por afecciones vinculadas con el estado de ánimo.
-Habla de la velocidad…¿acaso en ese estado se huye del presente?
– Totalmente de acuerdo. Esto tiene mucho que ver con el sentido. Usted puede encontrar un sentido en los apetitos: comer, dormir, y todos los derivados, gratificarse con comidas sofisticadas. No tiene nada de malo pero no alcanza para darle sentido a la vida. No se puede vivir solo para satisfacer apetitos, el ser humano necesita sentir que la vida va para algún lado y eso se está perdiendo cada vez más. Miré, hay tres puntos a ver: el contacto, la conmoción y la trascendencia. La conmoción es emocional, el contacto tiene que ver con lo físico y la trascendencia es que se vive para hacer algo más que durar, sobrevivir. La pandemia ha trastocado todo, la gente perdió el contacto corporal, también el emocional, porque los grupos de pertenencia van más allá de los que se recluyeron en cuarentena con la familia, sino que incluyen a los amigos a los que no podían ver, y la trascendencia de los proyectos de vida que fueron detenidos y postergados. No solo en la Argentina sino en todo el mundo.
-Habla del sentido de la vida, los propósitos: ¿es necesario recalcular objetivos según las circunstancias, como con la pandemia?
– Me parece que la pandemia ya pasó su colmo, que de alguna manera mucha gente percibe que no tiene sentido durar. O se vive o no se vive y se decide arriesgar. La gente en última instancia se pudre de vivir que le eviten la muerte pero no le devuelven la vida. Hay un cierto hartazgo, en ese sentido. Vivimos de falta en falta y si se nos acaba lo que nos falta no tenemos ningún motivo para vivir. No todo lo que a uno le falta tiene la misma importancia, hay faltas más pesadas. Y una de las más importantes es que el ser humano es él que le hace falta a los demás, eso le da sentido a la vida. Que le hacen falta su mujer, sus hijos y es parte del sentido de la vida y más allá del comer y de sobrevivir. Solo se puede ser siendo con otros. Y esto es muy importante darse cuenta, el entorno le da sentido a la vida de uno. Forma parte de todas estas cuestiones que hoy están en crisis.
-¿Qué más observa de la sociedad actual?
– Veo que lo que reina actualmente es una “espiritupatía”. Es decir, el sufrimiento del espíritu, lo que tienen en común las almas de una colectividad, en su doble condición de padecimiento y enfermedad. Esto es un aspecto colectivo de lo psíquico y nuestra época está seriamente perturbada, estamos viviendo un malestar colectivo muy grande.
-Y en ese sentido: ¿cómo se reconfiguran los lazos post pandemia?
-No lo veo fácil ni imposible, la existencia ya es una esperanza y es consustancial a una vida sana. La esperanza es lo último que se pierde y mientras haya vida, hay esperanza. Es esa lucecita al fondo del túnel y nos mantiene vivos. Pero el mundo no va ser de nuevo lo que fue, porque está cambiando.
Señas particulares
Prestigioso médico recibido en la Universidad de Buenos Aires, con formación en Psicoanálisis en APA, el doctor Luis Chiozza es además autor de numerosos libros, entre los que se cuentan “La peste en la colmena”, “Ser o no ser como la gente” y el reciente “Lo que nos hace la vida que hacemos”, todos de Libros del Zorzal. Dirige el Instituto de Docencia e Investigación de la Fundación Luis Chiozza y es Miembro del Comité Asesor del International Journal of Neuropsychoanalysis y del Analiytic Psychotherapy and Psychopatology. En 1996 recibió el Premio Konex en Psicoanálisis y en 2008 el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Río Cuarto le entregó el título de Doctor Honoris Causa. Es miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática.